El telón de Aquiles

Todos tenemos uno. No, no me refiero al ex que aparece cuando menos lo esperas ni al jefe que cree que “trabajar bajo presión” es una forma de yoga. 

El telón de Aquiles (has leído bien, aquí rebautizamos el mito del tendón de Aquiles, como telón porque cuando se nos toca… ¡se nos cae el escenario entero!) es esa parte de nosotros que parece fuerte, pero que en realidad es más sensible que un cactus en una guardería. Puede ser:

• por nuestra necesidad de aprobación
• por nuestro miedo al rechazo
• por nuestra tendencia a comernos el mundo… y luego comernos tres donuts por ansiedad
• por nuestra dificultad para decir “no” sin añadir un PowerPoint justificativo...

Es ese punto débil que, si no lo conocemos, nos sabotea. 
Y si lo ignoramos, nos deja coj@s emocionalmente. 
Pero si lo abrazamos, lo entendemos y lo gestionamos… ¡puede convertirse en nuestra mayor fuente de sabiduría!


Si no sabes dónde está tu telón, la vida te lo va a señalar con puntería olímpica. Y no con cariño precisamente. 
Lo hará con situaciones que te descolocarán, personas que te activarán el modo drama, o decisiones que te dejarán en modo “¿por qué siempre me pasa esto a mí?

Por ello, conocer tu telón de Aquiles es como tener un Google Maps emocional: sabrás dónde están los baches y podrás esquivarlos sin perder la dignidad ni el GPS interno:

1. Identifícalo: ¿Qué te desestabiliza?
2. Obsérvalo sin juicio: No eres débil, eres humano. Y eso ya es bastante trabajo.
3. Protégelo con límites sanos: No todo el mundo merece acceso VIP a tu vulnerabilidad.
4. Entrénalo: Como si fuera un músculo emocional. No para que desaparezca, sino para que no te domine.

Este post es el telón de fondo para una serie de posts donde te invitaré a explorar los telones de Aquiles de grandes mentes: desde Sócrates hasta Freud, pasando por Jung, Nietzsche y quizás algún influencer que cree que el ego se cura con batidos verdes.

Prepárate para descubrir que incluso los más sabios tenían su punto flaco… y que aprender a gestionarlo no solo es posible, ¡sino divertido!

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