Ayer pasó algo que me desconfiguró mi “capacidad de pescadera”.
Ya sabes, esa habilidad ninja de coger un problemón, quitarle la espina, despiezarlo emocionalmente y dejarlo listo para servir en filetes de calma.
Pues bien, ayer el tema se me atragantó. Y no porque no tuviera cuchillo afilado, sino porque a veces, cuando se trata de nuestr@s hij@s, el dolor ajeno se te instala en el alma como si fuera propio.
¿Cómo explicas que te duela el corazón que no late en tu pecho? Exacto.
Así que entre emociones y pensamientos en espiral, me bajó esta reflexión, como quien recibe un mensaje interestelar de sentido común:
Hay madres que, con la mejor intención del mundo, en lugar de sacar el paraguas para proteger a sus hij@s, sacan la capa de invisibilidad: ¡tachán! Responsabilidad, ¿dónde estás que no te veo?
Frases como “es que tienen la piel muy fina” o “tampoco era para tanto” salen volando como si fueran globos de helio emocional. Pero perdonadme, el respeto no tiene (ni debe tener) escala de dramatismo.
Luego están las grandes estrategas: te sonríen, te arrastran amablemente al berenjenal, y cuando se lía… se esfuman más rápido que un grupo de WhatsApp de cumpleaños. Del “gracias por tu apoyo” pasamos al “yo no sabía nada” con una agilidad olímpica.
Y no podemos olvidarnos de las madres esfinge: testigos presenciales de todo, conocedoras del backstage, pero firmes en su rol de “yo ni confirmo ni desmiento”. Eso sí, siempre dispuestas a dar charlas magistrales sobre valores… desde la butaca del palco.
La crianza no es un "casting" para ser la madre del mes. A veces tocará decir cosas incómodas, otras admitir que se nos fue la mano (o el silencio)… pero lo que no podemos es jugar al escondite ético.
Así que, queridas madres del multiverso: elegid bien vuestro papel.
Que una cosa es ser protagonista y otra muy distinta sembrar tormentas con guion de comedia. Porque si lo que queremos es que nuestr@s hij@s crezcan con valores sólidos y conciencia limpia, no vale cualquier disfraz.
Y recordad: ser madre no es tener todas las respuestas, es al menos no perder el GPS moral por ir con las luces largas de la negación.
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