Ser más sin ser menos.

Estoy sobrecogida. 

No me gusta hablar de política, pero desde hace un tiempo me ronda una idea en la cabeza, y en las últimas semanas, este pensamiento es el pan nuestro de cada día

La reciente DANA que azotó el levante ha puesto de manifiesto (una vez más) la falta de empatía y humanidad de algunas personalidades políticas. 

Mientras que la ciudadanía se organizaba masivamente desde todo el país, de manera ejemplar para ayudar a los afectados, y demostrando una solidaridad y racionalidad sin precedentes, nuestros mal llamados “líderes” políticos, esos que dicen estar al servicio de la ciudadanía, han mostrado una muy preocupante falta de decencia y peor aún, de humanidad.

Esta catástrofe nos ha dejado una importante conclusión que no deberíamos olvidar nunca: se hace más que evidente la importancia de los valores personales en el liderazgo.

Señores (y Señoras), dejen el show televisivo (por no decir circo) en el Congreso. Se aplauden únicamente entre ustedes. Las novelas turcas son más interesantes que sus sarcasmos en modo partido de tenis y se ha demostrado sobradamente que NO están trabajando en favor de la ciudadanía

Dejen de hacerse paseíllos entre las víctimas y sobre todo dejen de hacerse las víctimas si no les reciben como Salvadores.

Apoyar no es pasear. 

Apoyar es escuchar con el corazón abierto, comprender su dolor y que les duela que las personas tengan dolor. 

Apoyar es validar sus emociones (todas) sin minimizarlas. 

Apoyar es obrar con ayudas prácticas, no con promesas en caliente que una vez frías se quedan en menos de la mitad.


Aprendan del ejemplo de la ciudadanía.

Ser más no significa tener más poder, sino ser mejores personas. 

Quizás, siendo menos en términos de poder, los ciudadanos hemos demostrado ser más en términos de valores y acciones. 

La lección es clara: en la adversidad, la humanidad y la empatía son las que realmente nos elevan.



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