Las relaciones sanas se basan en el esfuerzo mutuo y la reciprocidad.
Pero la reciprocidad no es un "te doy para que me des", sino un "te doy porque quiero, y recibo porque tú también quieres".
Uno no puede ni debe cargar todo el peso de una relación.
Ambas partes deben esforzarse.
Si hay algo que hablar, ambas partes deben expresarse y ser escuchadas.
Ambas partes tienen que acordar soluciones, límites, normas…
La reciprocidad es un acto de equilibrio que, cuando se desvía, puede llevar a la decepción o al resentimiento.
Y ese puede ser el principio del fin…
De todas las crisis podemos sacar grandes aprendizajes, y a pesar de que puedas querer ser un cantautor/a viralizad@ del desamor o la decepción, nadie nunca debería quedarse estancad@ en una espiral de emociones negativas.
Por ello, te invito a reflexionar sobre la reciprocidad en tus propias relaciones.
¿Estás dando tanto como estás recibiendo?
¿Estás recibiendo sin dar?
Estaré encantada de leer tus comentarios.

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