La autocrítica es un ejercicio saludable que fomenta el crecimiento personal y la autoconciencia.
Sin embargo, en boca de un manipulador/a, recibir una invitación a hacer autocrítica puede convertirse en un arma afilada para socavar la autoestima y forzar o reforzar una situación de dependencia emocional para la persona invitada.
En estas circunstancias, la autocrítica deja de ser un proceso de reflexión y se transforma en una situación de secuestro que pretende paralizar nuestra libertad de pensamiento, sentimiento y/o acción y disminuir nuestra confianza en nosotr@s mismos.
La autocrítica saludable es aquella que nos impulsa a ser mejores sin hacernos sentir inferiores. Debe ser un proceso que se inicia cogido de la mano al amor propio y el deseo de mejora, y no del miedo o inseguridad o las presiones impuestas por otra persona.
La autenticidad y el respeto por uno mismo son poderosos escudos contra la manipulación disfrazada, pero los LÍMITES siempre ayudan a evitar situaciones muy incómodas con este tipo de manipulaciones.

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