Son las cosas del querer…

En un día tan señalado como San Valentín, quisiera invitaros a reflexionar sobre el amor desde un punto de vista higiénico y saludable, dando el protagonismo al amor hacia uno mismo, que es la base de cualquier otro tipo de amor.



El amor es uno de los sentimientos más intensos, complejos y universales que experimentamos los seres humanos. 

Nos hace sentir felices, plenos y conectados con otra persona, pero también nos puede hacer sufrir, decepcionarnos y desilusionarnos. 

Y es que a veces, nada es lo que parece y empeñarse en ver lo que  no existe realmente no se puede etiquetar como amor (ni siquiera, como amor propio).

Estos trampantojos amorosos pueden ser perjudiciales para nuestra salud emocional y nuestra autoestima. 

Algunos ejemplos de trampantojos amorosos son:

•  El amor platónico.

Es el amor idealizado, inalcanzable o imposible, que se basa en la admiración, la atracción o la proyección, pero que no se corresponde con la realidad e impide avanzar o buscar otras opciones que sean reales, transparentes y honestas.

•  El amor obsesivo.

Es el amor posesivo, dependiente o celoso, que se basa en el miedo, la inseguridad o la necesidad, pero que no respeta la libertad. 

El amor obsesivo usa técnicas tóxicas para controlar, manipular o someter/someterse a la persona “amada”, sin confiar en ella e impidiendo ser felices.

•  El amor falso. 

Es el amor engañoso, interesado o traicionero, que se basa en la mentira, el egoísmo o la conveniencia, pero que no es sincero. 

Si bien es cierto que nadie está libre de caer en un trampantojo amoroso, digan lo que digan los poetas, el amor (en cualquiera de sus formas) NO es una enfermedad degenerativa ni incapacitante: por tanto ni ciega, ni enfría el corazón ni hace perder capacidades cognitivas. Más bien todo lo contrario, el amor SIEMPRE suma (debe sumar), sobre todo a uno mismo.

Como decía Platón “el que se ama a sí mismo es amado por todos”.

Quiérete bien y que te quieran queriéndote.

Feliz día del amor y la amistad.

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