Pigmalión y Galatea son los protagonistas de una de las leyendas más famosas de la mitología griega.
Según el relato de Ovidio en su obra Metamorfosis, Pigmalión era un rey y escultor de Chipre, decepcionado en el amor.
Un día decidió dedicarse a crear la mujer perfecta en forma de estatua. Por ello esculpió una figura de marfil tan bella y realista que se enamoró perdidamente de ella… la llamó Galatea.
Pigmalión adoraba su obra, le hablaba, le vestía, le adornaba y le besaba, como si fuera una mujer de carne y hueso…
Un día, durante una fiesta de Afrodita, diosa del amor, Pigmalión le rogó a ésta que le concediera una esposa igual a su estatua.
Afrodita, conmovida por su pasión, le otorgó el milagro de darle vida a Galatea.
Cuando Pigmalión regresó a su taller y tocó la estatua, sintió que ésta se ablandaba, se calentaba y que su piel se tornaba suave y rosada.
Galatea abrió los ojos y se encontró con Pigmalión, quien la abrazó y besó con alegría.
La estatua se había convertido en una mujer real que correspondió al amor de su creador.
Este mito ha inspirado numerosas obras de arte, literatura, teatro y cine, y también, ha dado origen al concepto psicológico conocido como el Efecto Pigmalión, el cual analiza la influencia de las expectativas y las creencias en el rendimiento y el comportamiento de las personas.
Es decir, si una persona cree que otra es capaz de hacer algo o de ser de una determinada manera, es más probable que esa otra persona lo haga o lo sea, confirmando así la creencia o la expectativa inicial.
Este efecto fue bautizado por los psicólogos Robert Rosenthal y Lenore Jacobson, quienes realizaron un experimento en una escuela, en el que hicieron creer a los profesores que algunos alumnos tenían un alto potencial intelectual, cuando en realidad habían sido elegidos al azar.
Al final del curso, se comprobó que esos alumnos habían obtenido mejores resultados académicos que el resto, debido a que los profesores les habían tratado de forma diferente, dándoles más atención, estímulos, feedback y oportunidades.
El efecto Pigmalión lo podemos observar en más ámbitos como en el laboral, el social o el familiar, y puede tener consecuencias positivas o negativas, dependiendo de si las expectativas o las creencias son favorables o desfavorables.
Podemos hablar de un efecto Pigmalión positivo, cuando las expectativas o las creencias son altas y generan un aumento del rendimiento o del comportamiento; por otro lado, podemos hablar de un Pigmalión negativo, cuando las expectativas o las creencias son bajas y generan una disminución del rendimiento o del comportamiento.
En conclusión, este efecto nos habla de la importancia de las expectativas, tanto las propias (mi tema favorito y nuestro mayor tesoro) como la de las de quienes nos apoyan, acompañan, creyendo en nosotros y ayudándonos a ser mejores, así como de la importancia de la motivación para no conformarnos con menos de lo que merecemos y alcanzar siempre algo mejor, acercándonos más a un nivel de satisfacción que solemos asociar a la FELICIDAD.
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