EL PODER DE LA INFLUENCIA SOCIAL

Ya en la década de los 50, Solomon Asch realizó un experimento conocido como “El experimento de la conformidad”, el cual demostró el poder de la influencia social sobre el juicio individual. 

Asch quería saber si las personas se dejarían influir por las opiniones de un grupo, incluso cuando estas fueran claramente erróneas, en una tarea sencilla de comparación de líneas.

El experimento consistía en reunir a un grupo de ocho personas, de las cuales solo una era el verdadero participante y las demás eran cómplices del experimentador. 

Se les mostraban dos tarjetas, una con una línea estándar y otra con tres líneas de diferente longitud y a continuación se les pedía que dijeran en voz alta cuál de las tres líneas era igual a la estándar. 

Los cómplices debían dar respuestas incorrectas en algunas rondas, siguiendo unas pautas previas y el participante real debía responder en último lugar. 

De esta manera se ponía a prueba si el participante se conformaría con la respuesta mayoritaria o se mantendría fiel a su propia percepción.

Los resultados fueron sorprendentes. Asch concluyó que la presión social puede llevar a las personas a negar la evidencia de sus propios sentidos y a adoptar el punto de vista del grupo, aunque este sea falso.

Este experimento es considerado un clásico en la Psicología Social, ya que reveló la importancia del fenómeno de la conformidad y sus implicaciones para el comportamiento humano. 

También planteó cuestiones éticas sobre la manipulación y el engaño de los participantes, así como sobre el posible daño psicológico que podían sufrir al dudar de su propia realidad. 

Aplicado a nuestra realidad actual, las mismas conclusiones las podemos observar en varios ámbitos, como la política, la publicidad, la educación, la moda o las redes sociales. Algunos ejemplos son:

•  La política. Muchas personas pueden votar por un partido o un candidato basándose en lo que hace la mayoría de su entorno, sin cuestionar sus propias ideas o valores. También pueden adoptar una postura ideológica o una opinión sobre un tema únicamente porque coincide con la de su grupo de referencia, sin contrastar otras fuentes de información o argumentos.

•  La publicidad. Plantéatelo, ¿Alguna vez has comprado un producto o contratado un servicio porque otros lo hacían, sin pararte a evaluar su calidad, su precio o su utilidad? 

Actualmente vemos este fenómeno con las influencers a cuyas recomendaciones les atribuimos valor, sin verificar si realmente alguna vez han utilizado el producto o si realmente este es útil o necesario.

•  La educación. Esto sucede cuando los estudiantes aceptan una respuesta o una solución sólo porque la mayoría de sus compañeros o profesores la dan, sin razonar por sí mismos o buscar otras alternativas. También puede suceder en aquellos casos en los que un estudiante elige una carrera o una profesión basando su elección en las salidas profesionales, en el prestigio de la universidad o en seguir la tradición familiar, sin tener en cuenta sus intereses, habilidades o vocación.

•  La moda. Quizás este sea uno de los ámbitos donde más podemos ser conscientes de las conclusiones de este experimento. 

Las modas nos inundan muchas veces de tal manera a la hora de vestir o peinarnos, sin expresar estilo propio o personalidad y pareciendo un “rebañito de ovejas”. 

•  Las redes sociales. Publicar por publicar contenido en redes sociales, dar likes o dejar comentarios sólo porque otras personas lo hacen, sin pararse a reflexionar sobre el valor de este, es otro ejemplo más.

Como se puede ver, el experimento de Asch nos muestra cómo la conformidad con el grupo afecta a nuestras decisiones y a nuestra percepción del mundo, a veces de forma negativa o perjudicial. 

Por eso, es importante desarrollar un pensamiento crítico y una autoestima que nos permitan ser más independientes y auténticos, sin renunciar a la convivencia y al respeto por los demás.

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